jueves, 2 de diciembre de 2010

Competencia, comportamiento y logro.

Si hemos de orientar nuestro quehacer docente al fomento de la competencia, tenemos que comenzar por distinguir entre comportamientos y logros.

Me explico. Comportamiento es lo que la persona hace. Logro es el resultado de su acción. Comportamientos muy distintos pueden conducir al mismo resultado.

Es común que en las escuelas o en los centros de trabajo se otorgue al comportamiento y a la historia del comportamiento una importancia que no poseen. Esto sucede hasta el extremo de concederle más atención que al logro. De ser así, se estará fomentando la incompetencia, no la competencia, como intento exponer a continuación.

Sostengo, con T.F. Gilbert (1978), que competencia es ni más ni menos que la valía del desempeño en una determinada tarea o misión. Hay que hacer notar que la valía del desempeño cumple los siguientes requisitos:

A. Es cuantificable.
B. Está determinada por convenciones sociales y culturales que definen el desempeño ejemplar u óptimo.
C. Es directamente proporcional al logro.
D. Es inversamente proporcional al costo de los recursos desplegados o utilizados, entre ellos el comportamiento, la actitud, la motivación y la gestión.

La definición anterior tiene varias importantes consecuencias:

1. La competencia es un atributo del desempeño, no de la persona.
2. La competencia no existe antes del desempeño ni independientemente de él.
3. La competencia puede variar en diferentes ocasiones.
4. La competencia mejora conforme se acerca a la valía del desempeño ejemplar.
5. El desempeño cuya valía se aleja más de la del desempeño ejemplar, es el que tiene mayor potencial para mejorar.

Las cinco consecuencias anteriores me parecen de enorme importancia para toda persona que pretenda contribuir al desarrollo de la competencia en cualquier campo del interés humano. Simplifican la evaluación, al centrarse en el logro, que puede ser definido con mucha precisión. Promueven la libertad al dar cabida a una amplia variedad de comportamientos y perfiles personales, así como la equidad al conceder la posibilidad de mejoría del desempeño y especificar un ejemplo inequívoco de lo que se espera de éste.

Únicamente cuando se adopta este punto de vista es posible abandonar el culto al comportamiento, al conocimiento y al acopio y despliegue de recursos, y centrar la acción docente y la acción productiva en el logro de objetivos claramente definidos y cuantificables.

Por supuesto que no puede existir logro sin recursos. De la misma manera que no puede haber cociente cuando se divide entre cero. Pero la valía del desempeño es mayor en tanto el logro pueda ser alcanzado con economía, y no con dispendio, despliegue o acopio de recursos costosos. De ahí la necesidad del enfoque que estoy proponiendo.

Infortunadamente, a quienes hemos obtenido un doctorado, acumulado conocimientos, trabajado afanosamente, nos es, a veces, imposible conceder que pueda lograrse algo sin tanto estudio, tanto conocimiento, tanto trabajo y tanto afán, con sólo tener claramente definido qué es lo que se quiere lograr.

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Referencia: T.F. Gilbert. 1978. Human Competence. Engineering Worthy Performance. Tribute Edition. 2007. The International Society for Performance Improvement. San Francisco. Pfeiffer - John Wiley & Sons.

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